Cuantas banderas, cultos y guerras; cuantas amistades y uniones, guías y maestros en nombre de la Espiritualidad.
La espiritualidad actual es una lucha sin fin donde entra en juego los «dimes y diretes» y las verdades entrecortadas que, entran fácilmente en las emociones humanas, en la mente de los que quieren hacer el camino rápido, sin reflexión, sin detenerse en los detalle que hacen que el humano se transforme en un observador cósmico. Palabras vacías llenas de magia pero carentes de contenido sagrado que llaman a tu hogar, a tu mundo más privado y único, a tu corazón, el cual ansioso por despertar abre la puerta confiado y admirado. En ese instante el individuo cansado de tanta búsqueda quiere creer que ahí está la respuesta. A esos días de soledad infinita, o a tus inquietudes y tus nostalgias.
Los vicios ocultos del falso gurú son intermitentes porque no hay respiración fluida en él, falta la caricia del alma, pero tu mente rebelde obliga a tus manos a acariciarla fingiendo que es el otro quien la meció, fingiendo que es el otro quien la acuna.
Y es que el espíritu está en esas pequeñas cosas cotidianas, en tu sonrisa y preguntas; en tu búsqueda y en tus sueños; en tus equivocaciones y aciertos; en cada parte de ti y de mi; en lo sencillo y ameno, en la capacidad de síntesis, en el acompañar a veces silencioso, otras a voces y muchas sin saberlo.
Todo es Espíritu, todo es energía, fuente y sabiduría.
El espíritu no hay que usarlo, no hay que exponerlo, no hay que mostrarlo, El Espíritu ES. La espiritualidad es Ser consciente de ello y respirarlo.
Aquel que llega a ti llenándote de halagos, solo se alimenta de palabras vacías. Aquel que no expresa su verdad en cada momento de la vida, no es espíritu. Aquel que habla de su humildad, que pretende demostrarte, no es espiritual.
Aquel que espera con amor, en silencio recogido y te acompaña en cada decisión aunque no te comprenda; aquel que está perenne y que te ama, a su manera; que sientes su mirar con brillo infinito, con limpieza, con alas…es espíritu. Aquel que no te juzga, que no te mide, que se comunica contigo desde el acompañamiento y no desde la imposición, eso es espíritu.
Ya no es época de un solo Maestro, porque todos lo son. Es el momento de comprender que el tejido sagrado que nos une, impulsa el intercambio de cada sabiduría y experiencia que habita en nosotros. Si aún seguimos creyendo que el exterior nos va a acercar aquello que nos hace falta, estamos muy confundidos, porque el mundo de afuera muestra un pequeño reflejo de lo que en verdad eres capaz de crear.
Mírate a los ojos, y hallarás tu propia esencia.
No te juzgues, permítete caminar con tus aciertos y errores porque son experiencias.
No tienes nada que demostrar,tan solo permitirte brillar con tu propio reflejo.
Abre tu corazón y tu mente; no temas, porque nuevas puertas se abrirán ante ti.
El espíritu reside en ti, no es una actitud, ni una carrera de postas, ya está en tí y en cada partícula viva de tu existencia.
No es una forma de vida. No es una bandera.
Anael